Hace ya un par , de décadas, cuando acababa de terminar mis estudios pre-universitarios, un profesor mío de filosofía me comentó que uno de los mejores alumnos que había tenido en los cursos siguientes al mío le había dicho que "no hay ningún libro bueno escrito después del siglo XV", lo cual es bastante exagerado, por no decir que un tanto arrogante. No es que los libros antiguos, como el buen vino, sea mejor cuantos más años pasan en la barrica de roble -o en la estantería de la biblioteca del canon literario, según sea el caso-, pero sí que se ha de reconocer que la gran mayoría de géneros, de tópicos literarios, de temáticas y de figuras retóricas ya se las debemos a los griegos y a los romanos de hace más de dos mil años. Dicho esto, el libro que presento hoy no es una excepción. A menudo se publican en nuestra sociedad biografías y autobiografías de personajes célebres, algunas tan bochornosas pero tan jugosas para los bolsillos de las editoriales como las memoria...
Para literatos aburridos, padres de familia con inquietudes y michelines, chavales pajilleros llenos de mocos y algún que otro editor despistado. Si habías pensado alguna vez que la buena literatura era un rollo es porque no habías leído a Philip Roth.