Que Charles Dickens es uno de los mayores novelistas de todos los tiempos no es algo que resulte novedoso. El autor de "Cuento de Navidad", "Historia de dos ciudades", "Oliver Twist" y otras novelas célebres del siglo XIX siempre ha sido (y siempre será) considerado un gran novelista. Dado que actualmente, al encontrarme de baja, tengo más tiempo libre del que desearía, hace unos meses decidí leer algunas de sus obras en su idioma original. No tengo un nivel de nativo inglés, a pesar de que hace ya unos cuantos años obtuviera el Proficiency en dicha lengua, pero, si bien al principio cuesta acostumbrarse un poco a ciertos giros y expresiones de Dickens, cuando uno lee unas cuantas de sus novelas ("David Copperfield" ha sido la cuarta en mi cuenta particular), uno ya comienza a defenderse bastante bien en interpretar y leer de manera fluida sus escritos. Y, si alguna palabra se nos resiste a pesar de que el contexto pueda sugerirnos su significado, a día de hoy es mucho más fácil buscar directamente en internet el significado que hacerlo en un diccionario de los de antaño (que da mucha más pereza, sinceramente).
La historia del pobre David, huérfano de padre, cuya madre se casa con un hombre excesivamente rígido y autoritario, está parcialmente inspirada en las vivencias del propio Dickens durante su juventud. En sus casi mil páginas nos describe la juventud y llegada a la madurez de David, nos presenta a una decena larga de estupendos personajes secundarios, y lo hace desde una voz narrativa firme pero tierna, unas veces excesivamente dramática (para los gustos del siglo XXI, para los del XIX probablemente no), y la novela se hace muy amena y rica en matices. Sus descripciones están llenas de detalles, sus diálogos quizá sean un poco sobrecargados (repito, para los gustos de este siglo nuestro), pero el libro en sí es una joya. En la contraportada nos dice el editor que es un Bildungsroman épico, y yo, que también escribí en su momento una novela de iniciación, me inclino más a pensar que es, simplemente, un libro épico, porque las adversidades por las que debe pasar el joven David, vistas a la luz de nuestros días, y comparadas con las plácidas y malcriadas criaturas que abundan en exceso a nuestro alrededor, hace que uno se pregunte si cualquiera de nosotros sería capaz de haber soportado lo que el buen David soporta.
Todos los personajes tienen algo de especial: desde la tía Betsey Trotwood hasta la niñera Pegotty, desde la amada Dora hasta la tierna Agnes, desde el implacable señor Murdstone hasta el villano Uriah Heep (quien, por cierto, dio nombre a un grupo de metal de los años 70 u 80 británico, me parece). Todos tienen su manera de hablar, sus dejes, sus neuras, su carácter bien definido, y eso es muy importante para que una narración como la que nos ocupa funcione.
Acabaré diciendo que no es la novela de Dickens que más me ha gustado, pero sí que creo que es la que mejor escrita está.
La historia del pobre David, huérfano de padre, cuya madre se casa con un hombre excesivamente rígido y autoritario, está parcialmente inspirada en las vivencias del propio Dickens durante su juventud. En sus casi mil páginas nos describe la juventud y llegada a la madurez de David, nos presenta a una decena larga de estupendos personajes secundarios, y lo hace desde una voz narrativa firme pero tierna, unas veces excesivamente dramática (para los gustos del siglo XXI, para los del XIX probablemente no), y la novela se hace muy amena y rica en matices. Sus descripciones están llenas de detalles, sus diálogos quizá sean un poco sobrecargados (repito, para los gustos de este siglo nuestro), pero el libro en sí es una joya. En la contraportada nos dice el editor que es un Bildungsroman épico, y yo, que también escribí en su momento una novela de iniciación, me inclino más a pensar que es, simplemente, un libro épico, porque las adversidades por las que debe pasar el joven David, vistas a la luz de nuestros días, y comparadas con las plácidas y malcriadas criaturas que abundan en exceso a nuestro alrededor, hace que uno se pregunte si cualquiera de nosotros sería capaz de haber soportado lo que el buen David soporta.
Todos los personajes tienen algo de especial: desde la tía Betsey Trotwood hasta la niñera Pegotty, desde la amada Dora hasta la tierna Agnes, desde el implacable señor Murdstone hasta el villano Uriah Heep (quien, por cierto, dio nombre a un grupo de metal de los años 70 u 80 británico, me parece). Todos tienen su manera de hablar, sus dejes, sus neuras, su carácter bien definido, y eso es muy importante para que una narración como la que nos ocupa funcione.
Acabaré diciendo que no es la novela de Dickens que más me ha gustado, pero sí que creo que es la que mejor escrita está.
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