Ir al contenido principal

De l'estadi a la trinxera, de Domènec Jofresa i Vellsolà

La traducción del título al castellano es bastante obvia, así que no me detendré en ella. Pero por si acaso, he de deciros que, efectivamente, hay estadios y trincheras en el libro. El autor es un señor mayor, ochenta y pico años, que siempre tiene una sonrisa en la boca, es todo afabilidad y un sabio auténtico, al que tengo el gusto de conocer en persona, pues juega regularmente en el club de ajedrez al cual yo acudo los miércoles y los viernes que no me tocan niños.

Domènec Jofresa i Vellsolà fue alcalde de Terrassa en los años de la transición, y, entre muchas otras cosas, ha sido piloto de avión, empresario, dirigente de varias empresas y habla una media docena de lenguas. Pero eso no es lo mejor: lo mejor es que es todo humildad y tranquilidad, y tiene una sonrisa pícara y traviesa cada vez que habla de sus obras o que te intenta dar jaque con el alfil negro.

He tenido varias conversaciones con él más o menos dilatadas sobre sus libros. Tiene dos más publicados: "Turbulències" i "Cridaré el teu nom", ambas con la editorial Gregal. En todas ellas narra la posguerra española y catalana con el barniz de verosimilitud que le da el haberlas vivido de primera mano. No hace demagogia barata en ninguna de ellas. No hay tendencias maniqueas ni puntos de vista teñidos de parcialismos ni sectarismos. El señor Jofresa perdió a un tío y a su padre en la guerra y posterior represión, y cada uno asesinado por un bando diferente.

En el libro que nos ocupa, que yo devoré en tres días, narra las peripecias de su abuelo, el señor Domingo, un pequeño empresario del textil que sufre para no ser fusilado por unos y por otros. Todo ello lo enmarca en el intento de la ciudad de Barcelona de celebrar una Olimpiada contestataria, una Olimpiada popular alternativa a la que se celebró en 1936 en Berlín y que tuvo que abortarse una vez estalló la guerra.

Sus personajes rusos, más bien ucranianos, marcan sutilmente la diferencia entre ser comunista, ser patriota o ser un fanático totalitario. Muchas de las siglas y acontecimientos narrados son verídicos, pues el señor Jofresa se ha documentado extensamente para realizar su obra, y el pulso de la narración, el ritmo y la riqueza de los parajes y descripciones en que sitúa su obra son admirables.

Pero lo mejor, sin duda alguna, es el autor en sí mismo. Hablando con él sobre estos tiempos que nos ha tocado vivir se da cuenta uno de que los ancianos como él, los sabios como él, deberían templar los ánimos de los que nos gobiernan e infundir a nuestros gobernantes su calma y su sosiego. En una de nuestras conversaciones le pregunté cómo había sido posible que la vida de los seres humanos valiera tan poco en aquellos tiempos. Él me respondió que, en aquel entonces, la lucha armada y la eliminación física del adversario se veían como una vía posible para la mejora del mundo y la imposición de un nuevo mundo. Acabó quejándose de que los políticos de nuestro país se dedicasen más a avivar el fuego y echar gasolina a los incendios que a intentar apagarlos.

Os recomiendo su lectura, y, si tenéis posibilidad de pasaros algún día por el Social de Terrassa, os animo a que converséis con él. Es todo un placer oírle hablar y escuchar a alguien que es, en el verdadero sentido de la palabra, sabio y bueno.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Episodios de una guerra interminable: "Inés y la alegría", "El lector de Julio Verne", "Las tres bodas de Manolita" y "Los pacientes del doctor García", de Almudena Grandes

Hoy no vengo a hablaros de un libro en concreto, sino de cuatro, a cada cual mejor, a cada cual más ameno y más interesante, de los cuales no sabría decir cuál está mejor o peor escrito, ni cual es más o menos aburrido, ni cual vale más la pena. Porque he de decir que estos cuatro libros, que forman parte de un proyecto de seis volúmenes, son, sencillamente, magníficos. Yo no conocía demasiado a Almudena Grandes. Sabía el nombre de dos de sus títulos más emblemáticos: "Las edades de Lulú" y "Malena es nombre de tango", pero poca cosa más. No soy un fanático de la literatura patria contemporánea, pues, de hecho, mucho de lo que leo es literatura traducida, y no porque considere que no hay buenos escritores en España -que haberlos, haylos-, sino porque la mayoría de los autores españoles que tengo en mi biblioteca están criando malvas o bien gozando de una (¿merecida?) jubilación. Por otro lado, en este país hay muchas capillitas y grupitos, favoritismos y...

Great expectations, by Charles Dickens

El título de esta magnífica obra de Dickens suele traducirse como "Grandes esperanzas", pero yo diría más bien que sería más acertado llamarla "Grandes expectativas". Como en la mayoría de novelas de Dickens, los elementos autobiográficos son presentes de manera palpable, y el protagonista vuelve a ser un niño huérfano, Pip, o casi huérfano del todo, pues vive con su hermana y su tío que trabaja de herrero en una pequeña población. La narración arranca con una escena de la más extraña: un convicto, escapado de su castigo en unas galeras, le pide al bueno de Pip mientras éste está en el cementerio que le traiga comida o lo matará en cuanto se lo vuelva a encontrar. Durante las primeras ciento cincuenta páginas Dickens nos habla de Pip, de sus sentimientos de inferioridad y de su amistad con Joe, su tío, y su admiración por Estella, una chica de gran belleza y no menor arrogancia que vive con una mujer rica y vieja que nos es descrita como muy amargada. Cuando...

Cierro las persianas

Hace unos días me han comunicado una noticia que tiene un doble significado para mí: por un lado, es la constatación de un fracaso, y, por el otro, el único remedio que hará mi vida más llevadera desde que perdí muchas cosas que amaba hace casi dos años. Durante este tiempo a veces he deseado cambiar de profesión, hacerme escritor o músico, pero es igual. Trabaje de lo que trabaje, mi enfermedad es tan asquerosa que impediría, tarde o temprano, poder ejercer de lo que deseara. No sé cuánto tiempo estaré en esta situación, pero sí que sólo deseo estar más sano para poder cuidar de mis niños. Ellos lo son todo para mí y mi renuncia a cualquier otra cosa me servirá para mejorar de salud y poder cuidarlos como se merecen. Por todo ello, cierro el blog. No sé si es hasta siempre o hasta luego, pero no quiero seguir alimentando en mí falsas esperanzas. Quiero ser realista: lo que tengo lo tendré para siempre, así que mejor tomármelo todo con tranquilidad.