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"Libertad", de Jonathan Franzen



Creo que a estas alturas de la película poco se puede decir sobre Jonathan Franzen y su obra magna que no se haya dicho ya. Si buscáis en la Wikipedia en inglés os encontraréis un estupendo artículo en el cual se detallan sus hazañas y los premios que ha conseguido. El hecho de ganar premios no tiene el mismo significado en Estados Unidos que en España. Aquí los premios los gana gente que ya ha vendido tropecientos mil ejemplares, y la honradez del jurado y la limpieza del proceso de selección de la obra es tan ejemplar como el máster de la Cifuentes. En cambio, en Estados Unidos, aunque han elegido a un narcisista gilipollas como presidente y de tanto en tanto tienen un incidente de adolescentes sonados que acribillan a sus compañeros de instituto con rifles de asalto del ejército, los premios son bastante más limpios, o eso deduzco al ver la lista de premiados en los Pulitzer o los Man Booker Prize, por decir dos de los más respetados. Dicho esto, y sabiendo que esta reseña es un poco como una calle llena de charcos de lluvia por lo mucho que llueve sobre mojado sobre esta obra, voy a intentar dar mi opinión sobre una novela que ya os digo de entrada que me ha parecido magnífica.

"Libertad" ha sido considerada por la crítica como la primera gran novela americana del siglo XXI. El mundo anglosajón, y específicamente el norteamericano, está bastante obsesionado con el tema de "la gran novela americana". Philip Roth escribió hace años una novela demencial con ese mismo título, y en ella mencionaba las grandes novelas escritas en los Estados Unidos que merecen tal calificativo. La lista no es nada despreciable: "Moby Dick", "La letra escarlata", "Lolita", "Las aventuras de Huckleberry Finn", e incluso en dicha novela hay un rifirrafe divertidísimo entre una estudiante de literatura y Ernest Hemingway cargado con un rifle y unos cuantos cubatas de más. Después de haber leído alguna de estas obras creo poder afirmar que Jonathan Franzen ha escrito una obra colosal, magnífica, y si alguien la tilda de obra maestra, como han hecho varios críticos, puede contar con mi insignificante aprobación.

Es esta una novela de personajes muy sólidos, muy bien caracterizados, que se mueven por una lógica simple pero que les lleva a ser muy complejos, reflejando de manera muy fiel cómo somos las personas en el fondo. Walter, Patty y Richard son el trío amoroso maduro y principal, que se mueve básicamente por los mismos impulsos que se mueven Joey, Connie y Jenna, el trío amoroso de veinteañeros que desea y necesita sexo y amor. Al final es el único motor que mueve el mundo: el puto amor, el maldito amor confundido con sexo, la necesidad de amar y sentirse querido, de múltiples y diversas maneras, por diferentes personas y con arreglo a los roles propios de cada uno. Walter y su hijo Joey se quieren y se odian a partes iguales; Patty y su marido Walter son tan felices
como desgraciados; Richard y Patty se desean tanto que saben que es hasta peligroso para ellos. Por su parte, Connie y Joey se quieren de una manera realmente estúpida e ingenua, mientras que la manera en que Jenna y Joey se desean es tan asquerosamente material que acaba como acaba.

No me gusta hablar en las reseñas del argumento ni dar pistas de por dónde van los tiros, porque lo mejor siempre es descubrirlo por uno mismo. En los libros valoro sobre todo la voz narrativa, la solidez del argumento y la profundidad de los personajes. Y este libro tiene una soberbia voz narrativa, un argumento imprevisible y retorcido como una maraña, y unos personajes de carne y hueso con los que, en mi caso, me he identificado profundamente, especialmente con Walter.

Os animo a leer el libro si no lo habéis hecho ya. Hacía mucho tiempo que no me pasaba horas y horas enganchado a un libro leyendo, y os puedo decir que serán los mejores euros que invertiréis en mucho tiempo.


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