Este libro fue para mí un auténtico descubrimiento, uno de los hitos en mi experiencia lectora. Desde el mismo momento en que lo leí supe que quería ser escritor, que debía, por lo menos, intentarlo. No os voy a destripar el argumento de la novela, puesto que no me gustan los spoilers. Pero sí que voy a hablaros del personaje principal, del estilo de la novela, de la época en la que está situada y de otros detalles que hacen de ésta una novela imprescindible para cualquier amante de la buena literatura.
Hace cosa de trece años, en una de aquellas tardes aburridas de cuando no había niños, ni trabajo, ni estudios a medio terminar, conecté por casualidad en mi televisión con la adaptación cinematográfica de la novela de Philip Roth. Me quedé alucinado de la aparente sencillez de la trama, a la par que de la fuerza de los personajes. He de decir que, por razones que cualquiera que lea la novela entenderá, Anthony Hopkins no me parecía el mejor actor posible para encarnar a Coleman Silk, pero, dejando de lado esa cuestión, cada uno de los personajes de la novela tiene una fuerza propia y un conflicto interno tan grande que hace que sean, en conjunto, inolvidables.
Al poco de comenzar la novela, Coleman Silk, catedrático de literatura en una pequeña universidad de la costa este, les habla a sus alumnos de la Ilíada. Les dice poco menos que dicho poema trata de un cabreo enorme, de una trifulca de faldas, que es la causa de todo lo que viene después. Dicho así es muy simple, pero me gustaría ahondar en el significado que Philip Roth siempre infunde al sexo en sus novelas. Al parecer, Mr. Roth es un viejecito de ochenta y pico años que sigue igual de salido que cuando era un adolescente, sólo que ahora tiene mucha más pasta, más años, más arrugas y más admiradores y admiradoras. He leído prácticamente todo lo que ha publicado, y me atrevería a decir que no hay una sola novela suya en la que no haya un buen par de escenas sexuales bien detalladas, algunas grotescas, otras desagradables, y que muchas veces mezcla el humor con el sexo. En el caso que nos ocupa, Coleman Silk pierde a su mujer nada más comenzar la novela, pero enseguida encuentra consuelo en otro lecho, cuestión que conducirá la trama a complicarse hasta extremos de gran crudeza. Lo que encuentro magistral en esta novela es cómo, a partir del simple incidente de una expresión desafortunada en una de sus clases, Coleman Silk se ve empujado a una deriva que le acarreará múltiples consecuencias, en todos los órdenes de su vida.
Para aquellos que leéis a Roth habitualmente, ya debéis de saber que esta novela forma parte de la trilogía americana, y que está ambientada en la década de los noventa. Hay fragmentos simplemente hilarantes, como la conversación que dos compañeros de facultad mantienen en un banco sobre Monica Lewinsky, y hay momentos trágicos, de los cuales no hablaré por aquello de no chafarle la guitarra a nadie. Pero sobre todo me quedo con el conflicto interno de Coleman Silk, con su secreto, con lo que conforma la parte más íntima de su ser y que no le ha sido revelado a nadie durante los últimos sesenta años. Cómo ese secreto y los acontecimientos que le suceden al protagonista se combinan para realizar un retrato estupendo de las incongruencias de lo políticamente correcto es una de las razones por las que considero esta novela simplemente una obra maestra.
Y vosotros, ¿la habéis leído?
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