Creo que a estas alturas de la película poco se puede decir sobre Jonathan Franzen y su obra magna que no se haya dicho ya. Si buscáis en la Wikipedia en inglés os encontraréis un estupendo artículo en el cual se detallan sus hazañas y los premios que ha conseguido. El hecho de ganar premios no tiene el mismo significado en Estados Unidos que en España. Aquí los premios los gana gente que ya ha vendido tropecientos mil ejemplares, y la honradez del jurado y la limpieza del proceso de selección de la obra es tan ejemplar como el máster de la Cifuentes. En cambio, en Estados Unidos, aunque han elegido a un narcisista gilipollas como presidente y de tanto en tanto tienen un incidente de adolescentes sonados que acribillan a sus compañeros de instituto con rifles de asalto del ejército, los premios son bastante más limpios, o eso deduzco al ver la lista de premiados en los Pulitzer o los Man Booker Prize, por decir dos de los más respetados. Dicho esto, y sabiendo que esta reseña es...
Para literatos aburridos, padres de familia con inquietudes y michelines, chavales pajilleros llenos de mocos y algún que otro editor despistado. Si habías pensado alguna vez que la buena literatura era un rollo es porque no habías leído a Philip Roth.